¡50 años! Madre mía, qué agobio sólo de pensarlo. Hace ya tiempo que me deshice de todas las responsabilidades y ataduras para poder viajar libremente por el mundo. Al final de mi vida puede que no tenga una casa en propiedad, pero sí tendré una maleta llena de postales y una cabeza llena de recuerdos.
¡50 años! Madre mía, qué agobio sólo de pensarlo. Hace ya tiempo que me deshice de todas las responsabilidades y ataduras para poder viajar libremente por el mundo. Al final de mi vida puede que no tenga una casa en propiedad, pero sí tendré una maleta llena de postales y una cabeza llena de recuerdos.
ResponderEliminar¡Que le den a los bancos!